Aquí os dejamos nuestro Cuento de El Dragón Nano, para que podáis contárselo de nuevo a vuestros peques recordando la divertida historia con la que en el Día del Libro disfrutaron.
“NANO: EL DRAGÓN DE LAS POMPAS DE JABÓN”
Había
una vez, en un reino muy lejano, una torre, un castillo y un dragón llamado
Nano.
Como
todo dragón, era muy juguetón…jugaba con la pelota, con las piezas de
construcción, le encantaba jugar al escondite…¡y mucho más hacer el avión!, y
así pasaba los días Nano, el dragón.
Pero cierto día, Nano se aburrió…, a pesar de tener montones
de juguetes…ya no le divertía tanto hacer el avión, ni jugar con la pelota…ni
con las piezas de construcción…porque estaba solito, solito en su castillo, y
¡él quería un amigo! , ¡un amigo quería Nano!
Uno
sólo le bastaba, pero para ello debía ir a buscarlo, pues tan lejano estaba el
castillo como el reino del dragón Nano, así que se puso en marcha a la mañana
siguiente, a la mañana siguiente bien temprano.
Se
adentró en un gran bosque, llenito de árboles preciosos, los cuales Nano con su
furioso resoplido, ¡destrozaba antes de que cantara un gallo! De su boca salía
fuego, fuego de la boca del dragón Nano, porque buscaba y buscaba, y a ningún
amiguito encontraba, y se enfadaba y se enfadaba, y resoplaba y resoplaba, y de
su boca salía fuego, fuego de la boca del dragón Nano.
La
mañana seguía y el dragón Nano, enfadado y triste su camino continuaba…
- ¿Cómo es posible que no encuentre a ningún amiguito? el
dragón Nano se lamentaba…
- ¡Quizá estén aún durmiendo! como
era tan temprano…
Así
que tan pronto vió una piedra, sobre ella se acostó el dragón Nano…Durmió un
buen ratito, un buen ratito durmió el dragón Nano, hasta que unas gotitas de
agua le hicieron cosquillas en la nariz y lo despertaron.
Asustado
por el sobresalto y tras un buen resoplido, preguntó intrigado…
- ¿Quién está mojando con gotitas de agua al dragón Nano?
Tan
cansado estaba Nano antes de dormirse, que no se dio cuenta de haber llegado a
un río tan grande tan grande como nunca hubiera imaginado.
- “Soy Pececito, y vivo en este río, ¿quién eres tú? ¿y por qué
me das un resoplido? Suerte que mi casa es el agua, y a tu fuego ha dejado
helado, ¡si no ahora mismo sería un rico pescado asado!”
- “Lo siento Pececito, no era mi intención, pero cuando me
enfado o me asusto, de mi boca de dragón, sale fuego calentito, fuego de
dragón. Pero no quiero que te asustes, amigo Pececito, no quiero hacerte daño,
ni quiero estar solito”
Pececito
que era muy listo, tuvo una gran idea, enseñar al dragón Nano a transformar su
fuego, en divertidas burbujas que por el agua corretean, como las que hace
Pececito, tanto en Invierno como en Primavera.
Al
dragón Nano le pareció una gran idea, y con el culete en remojo comenzó la
tarea…Metido de cabeza en el agua comenzó a resoplar, y vió como poco a poco el
fuego que salía de su boca ¡se transformaba en burbujas de verdad!
Tan
contento se puso el dragón Nano que fuera del agua también quiso probar, y le
salieron unas burbujas tan divertidas que no podía parar de jugar.
- ¡Qué contento estoy de haberte encontrado amigo Pececito!,
muchas gracias por haberme enseñado a convertir en algo bueno lo que jamás
hubiera pensado.
Es
así como el dragón Nano había aprendido, que uno es más feliz si comparte sus
juegos con amigos, y esa felicidad puede demostrarse de muchas maneras, como a
través de burbujas, tanto en Invierno como en Primavera. Así que desde ese
momento decidió llamar a las burbujas de su amigo Pececito “pompas de jabón”,
convirtiéndose en “Nano, el Dragón de las pompas”…”Nano, el Dragón de las
pompas de jabón”.